La Institución Militar en Venezuela, sin duda alguna, ha sido un actor político fundamental, no sólo a los efectos de la consolidación del sistema político, sino también de su sostenimiento, independientemente de su capacidad para mantener el control político exclusivo. Esta circunstancia nos remite necesariamente a buscar las razones de tal comportamiento en los principios del Pretorianismo, definido por Samuel Huntington (1972, p. 177) como “la intervención de los militares en política” donde considera las variables participación e institucionalización política de la institución militar.
En este sentido, Huntington señala que se requiere distinguir las causas, de las consecuencias de la intervención. Para este autor existe una estrecha relación, que a veces ni siquiera se diferencia, entre la intervención política y el faccionalismo militar, lo que pone de relieve el hecho causal: las mismas son siempre políticas y no militares. El intervencionismo no refleja las características sociales u organizacionales, sino la estructura política e institucional de la sociedad, con lo que queda clara la elevada politización de las instituciones sociales.
En otra definición, Lawrence Mayer (2001, p. 324) destaca que una sociedad pretoriana es aquella en la cual los militares juegan de manera ampliamente desproporcionada un rol político, esto debido al bajo nivel de institucionalidad desarrollado. Por su parte López (en: Bobbio, Matteucci y Pasquino, p. 970) señala que la explicación del Militarismo se fundamenta en el aspecto situacional, en el que la inestabilidad política y la insuficiencia hegemónica conducen a la participación de los militares en la vida política. En este sentido, resulta imprescindible distinguir el Militarismo del Pretorianismo. En su acepción más amplia, el Militarismo hace referencia a una situación política en la cual el sector militar de una sociedad dada, por una suerte de metástasis invade ésta, llegando a dominar todos los aspectos fundamentales de la vida social.[1]
Mientras que Frederick Mundell citado por Irwin (2001, p. 250) señala que se da el Pretorianismo cuando: …el sector militar de una sociedad dada ejerce influencia política abusiva recurriendo a la fuerza o la amenaza de su uso. Es una abusiva conducta militar para con la sociedad en general y particularmente la gerencia política de una sociedad dada.
El Pretorianismo, como modelo de ejercicio político, puede presentarse según Huntington de tres formas: (p. 180)
- Pretorianismo Oligárquico: se caracteriza por la existencia de camarillas personales y de familia.
- Sociedad Pretoriana Radical: Grupos institucionales y de Ocupaciones.
- Pretorianismo de Masas: Clases y movimientos sociales que dominan la escena.
Por su parte, Perlmutter citado por Irwin (p.252) elabora una tipología del Pretorianismo en la que este puede presentarse antes del nacimiento de la institución militar formal: Histórico o se trata de una modalidad más propia de sociedades con institución militar consolidada: Moderno. El Pretorianismo Moderno puede ser latente o potencial, es decir que puede ser estimulado, o ser actuante o manifiesto, es decir más activo, como en el caso de los intentos de golpe. El Pretorianismo Actuante puede ser Gobernante o Arbitro. El modelo Gobernante puede darse por la vía Actuante, a través de golpes militares o Potencial, mediante el tutelaje militar al que se somete la sociedad. Finalmente el Árbitro, ocurre en aquellas sociedades donde la institución militar es quien dirime los conflictos de los civiles.
El Pretorianismo encuentra terreno fértil en América Latina, debido a la inexistencia o debilidad de las instituciones políticas y sociales. La ruptura colonial dejó como herencia instituciones muy frágiles que no pudieron soportar por una parte la desarticulación y por la otra el vacío, lo que fue ocupado por la violencia y los regímenes militares. La inestabilidad política hace su juego en la medida que las fuerzas sociales no logran construir un entramado institucional sólido, con lo que la insuficiencia hegemónica, vista como la incapacidad de sector social alguno para imponer su proyecto a la sociedad en forma perdurable a partir de modalidades consensuales de dominación (López en Bobbio y otros, p. 972), genera las condiciones suficientes para justificar la incursión militar en la escena política.
En América Latina, el militar es visto como la tabla de salvación, el gendarme necesario o el salvador de la patria. Es una concepción de tanto arraigo, que han sido numerosas las dictaduras militares que se han instaurado en el hemisferio, con el propósito de garantizar la paz social y la estabilidad política como justificación. En el Pretorianismo, el Ejército intercambia autonomía funcional por influencia política, como ocurre con otros actores políticos: los estudiantes que conjuntamente con los intelectuales y los militares, conforman las fuerzas activas del modelo pretoriano. Los militares, en el Sistema Pretoriano Radical, solamente actuarán cuando la polarización entre las fuerzas sociales sea extrema. Sin embargo si llegan a identificarse con el régimen existente o muestran lealtad, las fuerzas contrarias no pondrán en peligro al gobierno.
El vínculo del poder civil con la institución a través del Alto Mando Militar, que ejerce inevitablemente una influencia incuestionable sobre las decisiones civiles, define al sistema político venezolano, caracterizándose por una institución que dado el monopolio legítimo de la violencia física que ejerce, en ocasiones no esconde su aspiración a lograr el control político, que justifica en el poder y la dominación que despliega a través del uso de la coerción. Es la ausencia de control civil, definido como la subordinación del sector militar a las autoridades civiles legalmente constituidas (Olivieri y Guardia, p. 8) lo que ha permitido que la Institución Militar mantenga una relación de dominación sobre el poder civil, dado el monopolio de la violencia física que ejerce.
La razón la podemos encontrar en la realidad de un modelo de tutelaje militar que inevitablemente nos está conduciendo hacia el desarrollo de formas pretorianas de ejercicio del poder (Olivieri y Guardia, 2003). Vemos como para el civil la paradoja del militar se resume en la potestad del uso de las armas, de lo cual tiene su monopolio, que es lo que finalmente le va a permitir ejercer ese control político. El sostenimiento del modelo democrático ha descansado históricamente en el apoyo de las Fuerzas Armadas, a través del Alto Mando, quien no solo controla a la institución, sino que además, tiene la potestad no otorgada pero ejercida, para desconocer y reconocer el poder político civil de la nación, en lo que pareciera ser una clara evidencia del control político.
[1] Irwin, D., p. 249
* Parte de la ponencia LA INFLUENCIA DEL PRETORIANISMO EN LA INSTITUCIONALIDAD MILITAR EN VENEZUELA presentada en el Simposio Nacional de Ciencia Política (2005).