¿Y ahora qué?

Generar expectativas en un país dividido por perspectivas no compartidas: el sueño de un triunfo revolucionario frente a la certeza de ir hacia el abismo. Como si eso no fuese suficiente división, se vuelve a insistir en “salir del chavismo” a modo de fórmula que sustituya los votos que no se han podido conquistar. Se ha desestimado la tesis de crecer, organizar y consolidar una mayoría indiscutible. Se ha criticado, duramente, que haya un sector moderado (entreguista o colaboracionista son las expresiones más utilizadas) que pretenda esperar un nuevo proceso electoral o que promueva una forma que supere el cortoplacismo. Pero la alternativa que ha inducido a esta división, no solamente evitó especificar en qué consistía “salir del chavismo”, sino que ahora hace referencia explícita a la vía electoral como una forma de resolver la crisis de gobernabilidad que afecta al país. Después de tres meses, más de tres mil detenciones, cerca de 50 fallecidos, además de la represión, tortura y otros abusos a los Derechos Humanos cometidos por órganos de seguridad del Estado, nos encontramos con que giramos en 360º.

Haber desenmascarado al régimen, que se sentara obligado en un diálogo o haber estimulado la protesta, es discutible como logro. Fuera del país, desenmascarar al régimen puede ser importante pero no determinante. Lo que provocó, por parte de UNASUR, fue un llamado al diálogo desestimado por el sector más proclive a una salida inmediata del chavismo, y por la otra motivó a un sector de los Estados Unidos, el partido republicano, a proponer un conjunto de sanciones que como sabemos tiene un impacto limitado, considerando que su mayor incidencia es moral y eso no es precisamente un valor cultivado por el régimen, que por el contrario, puede utilizarlo en su beneficio. En relación al diálogo, éste ha contado con el respaldo de la Mesa de la Unidad y el rechazo de los sectores opositores que la adversan y pero que sin embargo consideran se produjo gracias a la presión de la calle. Con o sin presión, la situación política, económica y social conduciría inevitablemente a ambas partes a sentarse, era sólo cuestión de tiempo. Tanto que ya se habían producido algunos acercamientos con el sector productivo, y el Gobierno insistía en otras formas de convocatoria, porque lo necesitaba. Sobre la protesta, parece que se olvida que en este país, lo único que sobra son razones para protestar. Solamente en 2013 se produjeron 4410 protestas en Venezuela (Fuente OCSV). Ahora, lo que definitivamente sí ha aumentado, es la represión; de acuerdo a cifras de PROVEA y Foro Penal, el Gobierno ha practicado más detenciones desde Febrero a Mayo de 2014 (3080 manifestantes) que en el período de Octubre de 1989 a Septiembre de 1992 (3023 manifestantes).

Sin embargo, esta crisis ha forzado algunas definiciones. Ha obligado a algunos actores políticos a asumir claramente una posición frente al país y sus problemas. No se ve en el horizonte un desenlace. No hay claridad en relación a cómo superar esta crisis, así como tampoco si esta situación necesariamente conducirá a la salida del poder del chavismo.

Algunos vuelven a hablar de Unidad, omitiendo las razones que argumentaron al plantear el atajo. Volvemos al principio, a lo que se viene diciendo desde hace un tiempo: trabajar desde las coincidencias, encontrar en las afinidades una forma de construir una mayoría sólida que de otra forma no será capaz de desplazar al Gobierno chavista. La tarea de transformar el modelo chavista y su régimen hará necesario algo más que un triunfo electoral, requerirá de un proceso de reconciliación nacional, que en este momento luce lejano. Para eso todavía no estamos preparados y por esa misma razón es que se hace imprescindible convocar al país y no solo a los sectores que adversan al Gobierno. Mientras en ambos sectores persista el discurso de segmentación que hasta ahora los ha caracterizado, la división social seguirá profundizándose. En tanto la sociedad venezolana no entienda que solo mediante organización, sea comunitaria o partidista, podrá incidir en su entorno inmediato, seguirá siendo vulnerable ante el poder que sí está organizado.

En un escenario de abandono del poder, ¿puede la Oposición hacerse cargo del Gobierno? Es probable que no, considerando que sus divisiones frente al chavismo la hacen mucho más vulnerable que el propio debilitamiento del Gobierno. Un país que atraviesa una crisis como la venezolana, y que no tenga una Oposición que goce del respaldo de tan siquiera esa mitad que adversa al Gobierno, por más debilitado que este se encuentre le da un margen de maniobra considerable al Gobierno. Eso explica las razones por las cuales todavía el chavismo sigue al frente, a pesar de su desempeño. Mientras en la Oposición persistan las divisiones, las acusaciones infundadas, las campañas de desprestigio, la guerra psicológica y el chantaje, no habrá condiciones para que sea Gobierno. Reconstruir a la Oposición pasa por redefinir sus propósitos y contarse. Por eso hay que hacer el trabajo interno, prepararse como ya algunos lo hacen para lo que será una nueva oportunidad de mostrar músculo político, midiéndose. Los procesos políticos algunas veces son lentos, porque dependen del grado de madurez de sus protagonistas.

Entonces, lo que toca ahora es crecer. En todos los sentidos.

2 Comments

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2 responses to “¿Y ahora qué?

  1. EXCELENTE. Cortito y al pie. Les suplico que se tomen unos minutos para leer y digerir

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